Las palomas se están convirtiendo en una plaga que afecta la higiene y la salud de la ciudad.
Las Palomas llegaron a la Argentina a principios del siglo XX, provenientes de Europa. En ese entonces no eran consideradas una plaga ya que eran animales domésticos. Entre 1915 y 1920 se abrió el primer Palomar de la ciudad ubicado cerca del centro porteño. Debido a la falta de predadores naturales, esta especie fue superpoblando el territorio hasta ser considerada una plaga.
Otro factor que contribuyó a la reproducción de la plaga de palomas es la basura que cada vez es más abundante. Esto les proporcionó un exceso de alimento.
Por otra parte, los edificios de la ciudad asemejan los acantilados donde anidaban originalmente. Todas estas características convierten al ecosistema urbano en un espacio ideal para el apareamiento para la plaga de palomas, que puede producirse más de una vez al año.
Ahora bien, esta súper población de palomas es riesgosa para la salud de los humanos. Dado que las heces una vez que se secan se convierten en un polvo que puede ingresar por las vías respiratorias trasmitiendo enfermedades. En especial se produce la dispersión de hongos que pueden ser muy dañinos para el ser humano.
Los más afectados son los niños, los ancianos y las personas imunosuprimidas, siendo susceptibles a contraer sitacosis, esta enfermedad puede producir una neumonía atípica muy riesgosa. La plaga de palomas además puede causar alergias y agravar enfermedades preexistentes.
Los expertos coinciden en que la mejor manera de contener la expansión de la plaga de palomas es evitar que tengan alimento disponible, por tal motivo consideran indispensable que se las deje de alimentar en plazas y espacios públicos. Siendo que en otros lugares del mundo esto se considera una falta grave que es susceptible de pagar multas.
Por último hay que decir que siempre es aconsejable contar con ayuda profesional, ya que los mismos cuentan con herramientas y recursos que permiten controlar la plaga de palomas en edificios y casas particulares.